El drenaje linfático es un masaje suave que favorece la mejora de la circulación y evita que la linfa se acumule. Esto se debe a que el sistema linfático, sobre el que se basa este tipo de drenaje, actúa como filtro para eliminar cierto tipo de residuos que pueden acabar dañando el organismo. Así, favoreciendo el drenaje de la linfa, ayudaremos a mejorar ciertos problemas.
El sistema linfático está formado por un líquido, la linfa, y los conductos por los que ésta circula: los conductos linfáticos y los conductos de los órganos anexos. Este sistema cumple varias funciones: drena el líquido intersticial (en el que se “bañan” nuestras células), transporta grasas alimenticias, elimina desechos y protege el organismo de cuerpos extraños, de ahí que tarde 48 horas en realizar todo el recorrido. Por lo tanto, se puede decir que el drenaje linfático es una función orgánica automática. Sin embargo, cuando este drenaje natural es insuficiente, un masaje suave realizado por un profesional ayuda a que la linfa viaje con más facilidad por nuestro organismo, mejorando así la circulación.
Es beneficioso para la circulación venosa, alivia los edemas, las inflamaciones causadas por traumatismos, las cicatrices, las úlceras, las disfunciones del sistema linfático por extirpaciones postquirúrgicas y todos los problemas de retención de líquidos.